¿Qué relación tiene el lupus con la alopecia?
El lupus es una enfermedad autoinmunitaria que afecta a la piel, las articulaciones, los riñones, los pulmones, el corazón y muchas otras zonas del cuerpo. Aunque se pueden diferenciar varios tipos de lupus, el más común es el lupus eritematoso sistémico, el cual puede afectar a cualquier persona.
Pese a que no se conoce la causa del lupus con exactitud, se sabe que la genética y el entorno juegan un papel en la aparición de la enfermedad. En cuanto a la alopecia, este trastorno autoinmune puede causar pérdida de cabello, puesto que provoca una inflamación extendida de la piel, especialmente en el cuero cabelludo y la cara. Veamos, a continuación, con más detalle los síntomas y tratamientos del lupus.
Índice
- ¿Cómo y cuándo aparece el lupus?
- Síntomas, signos y diagnóstico
- ¿Qué tipos de alopecia provoca el lupus eritematoso?
- Tratamiento contra el lupus eritematoso sistémico
¿Cómo y cuándo aparece el lupus?
Como decíamos anteriormente, no se sabe con certeza qué es lo que desencadena el lupus. Sin embargo, se tiene constancia de una serie de factores que pueden influir en la aparición de esta enfermedad autoinmune. La hipótesis más extendida es que las personas que tienen una predisposición genética para contraer la enfermedad, la desarrollan al entrar en contacto con un agente externo.
Por ejemplo, se sabe que la exposición al sol exacerba y precipita los brotes de lupus. Las infecciones también pueden desencadenar una reacción anormal del sistema inmunitario y provocar un brote. Tener antecedentes familiares o ser mujer también incrementan el riesgo de padecer lupus. Asimismo, el lupus puede ser inducido por algunos medicamentos como los antibióticos.
Síntomas, signos y diagnóstico
La mayoría de las personas con lupus suelen padecer una forma leve de la enfermedad. Los síntomas y signos aparecen con brotes que suelen ser temporales y que pueden ser leves o agudos. Los síntomas del lupus más habituales suelen ser:
- Cansancio o fatiga
- Dolor de cabeza
- Fiebre repentina y sin motivo
- Malestar general
- Dolor en el pecho y en las articulaciones
- Erupciones en la piel con forma de mariposa
- Dedos de las manos y pies de color azul o púrpura
- Caída de pelo con lesiones discoides
El lupus no es fácil de diagnosticar, ya que muchos de sus síntomas son comunes y suelen encajar con los signos y síntomas de otras enfermedades. Además, los síntomas no afectan a todas las personas por igual e, incluso, pueden cambiar con el tiempo en la misma persona. Por eso, es necesario hacer varias analíticas antes de finalizar el diagnóstico. Los análisis de sangre, los tests de orina, los hemogramas y las pruebas de anticuerpos antinucleares son algunos de los exámenes médicos que se suelen hacer para diagnosticar este trastorno autoinmune.
¿Qué tipos de alopecia provoca el lupus eritematoso?
Esta enfermedad autoinmunitaria puede ocasionar tanto alopecias cicatriciales como alopecias no cicatriciales. Aunque las alopecias específicas del lupus eritematoso presentan unas características comunes en la histología, este trastorno también puede ocasionar otras alopecias que no son específicas de la enfermedad. En general, esta afección autoinmune puede provocar:
- Lupus discoide. Esta inflamación es una de las causas más frecuentes de alopecia cicatricial y puede afectar a la parte inferior y superior del folículo piloso. Aunque en principio las lesiones no son cicatriciales, si no son tratadas pueden cicatrizar y provocar la pérdida permanente del cabello en las zonas afectadas.
- Alopecia Areata. Aun cuando no es una alopecia específica del lupus, algunos estudios han sugerido que existe una mayor incidencia de alopecia areata en pacientes con lupus eritematoso sistémico, quizás debido a que ambas son enfermedades autoinmunes.
- Efluvio telógeno. Esta caída de cabello difusa y repentina puede complicar la enfermedad como consecuencia del estrés físico o mental, la anemia o la inflamación.
- Efluvio anágeno. Los medicamentos citotóxicos y antimetabolitos que se utilizan para tratar el lupus eritematoso pueden provocar la pérdida de pelo tanto en el cuerpo como en el cuero cabelludo.
- Alopecias no cicatriciales. El lupus cutáneo subagudo, el lupus tumoral o la paniculitis lúpica son otros subtipos específicos que pueden ocasionar alopecia no cicatricial.
Tratamiento contra el lupus eritematoso sistémico
El lupus es una afección crónica e incurable. Por ese motivo, los tratamientos no tienen como objetivo alcanzar la remisión de la enfermedad, sino que buscan controlar los síntomas, contener los brotes y evitar que los órganos sufran daños severos. El tratamiento debe ser personalizado y se deben valorar los beneficios y riesgos de cada medicamento. Los fármacos que se suelen utilizar para controlar la enfermedad son:
- Antiinflamatorios no esteroideos. El ibuprofeno, el naproxeno sódico y otros antiinflamatorios no esteroideos pueden ayudar a tratar la inflamación, la fiebre y el dolor provocados por la enfermedad.
- Antipalúdicos. La hidroxicloroquina y otros medicamentos que usualmente se utilizan para tratar la malaria ayudan a controlar el cansancio extremo, el dolor en las articulaciones y la inflamación de los pulmones.
- Corticoides. La prednisona, la metilprednisolona y otros corticoides ayudan a controlar la inflamación causada por el lupus. Estos fármacos se usan normalmente para tratar enfermedades que afectan al cerebro y a los riñones y en dosis altas puede aumentar el riesgo de padecer efectos secundarios como mayor riesgo de infecciones, aumento de peso o presión arterial alta.
- Inmunosupresores. La azatioprina, el metotrexato, el micofenolato, la leflunomida y la ciclosporina son algunos de los fármacos que se utilizan para contener al sistema inmunitario en los casos más severos de lupus.
- Fármacos biológicos. Algunos medicamentos biológicos como el belimumab y el rituximab pueden reducir los síntomas en algunos pacientes.
Además del tratamiento farmacológico, el cual ha demostrado su efectividad, algunos cambios en el estilo de vida pueden ayudar a controlar los síntomas y brotes de la enfermedad. Evitar tomar el sol, usar protectores solares con un factor 55 como mínimo, hacer ejercicio con frecuencia, no fumar, seguir una dieta equilibrada y saludable, e ir al médico con regularidad son algunos de los aspectos que ayudan a mejorar la calidad de vida de los enfermos.